El 8 de noviembre, los estadounidenses no sólo elegirán al próximo presidente de su país, sino que también renovarán un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes. Actualmente, ambas cámaras del Congreso son controladas por el Partido Republicano, de tal suerte que el resultado de las elecciones tendrá un impacto considerable independientemente de quién gane la Presidencia, pues según quién ocupe la Casa Blanca, el Congreso podrá fungir como un contrapeso y obstáculo para la agenda política del nuevo presidente o, por el contrario, un facilitador en la implementación de la misma.